E X T R
E M O S U R D
E C H I L E
El miércoles 23 de febrero dejamos El Calafate y después de
recorrer casi 250 kms llegamos a la frontera con Chile. En lugar
de cruzar por Cancha Carrera, lugar más próximo al Parque
Nacional de las Torres del Paine, lo hicimos por Río Turbio ya
que nuestra idea era pasar la noche en Puerto Natales y visitar
el parque al día siguiente. Cuando estábamos cargando gasoil
antes de cruzar la frontera, nos enteramos del grave incendio
que desde el jueves anterior estaba azotando al Parque Nacional.
Si bien algo habíamos oído en El Calafate, no sabíamos aún
la gravedad del hecho.
El fuego lo inició involuntariamente un turista checo al
encender un hornillo de cocina, los fuertes vientos avivaron las
llamas y como resultado de ello se quemaron 14.000 hectáreas
del parque. Un hecho anecdótico, si es que así se lo puede
calificar, es que la multa que tuvo que pagar el checo fue de
120 mil pesos chilenos (160 euros), mientras que al estado
chileno los gastos de extinción le representaron un millón de
pesos diarios (1.330 euros)... por hectárea, o sea más de 18
millones y medio de euros por día. Según escuchamos por radio,
la República Checa aportará fondos como compensación por los
daños producidos, pero el daño ecológico tardará muchísimos
años en subsanarse.
El miércoles pasamos la noche en Puerto Natales, una pequeña
ciudad de 15.000 habitantes y tal vez la que más nos ha gustado
y en la que más cómodos nos hemos sentido de las que visitamos
en el extremo sur de Chile y Argentina. A diferencia de El
Calafate, una pequeña ciudad argentina que funciona
exclusivamente de cara al turismo, en Puerto Natales han
integrado los turistas a la vida diaria de la gente. Para poner
un ejemplo, los negocios (tiendas) no están orientados sólo
para los visitantes, uno puede mezclarse con la gente del lugar
ya sea en los almacenes de comestibles, cyberacafés, locutorios
o restaurantes y esto es así porque los precios no están
inflados como en El Calafate, de esta forma la gente local
consume en los mismos lugares que los turistas y viceversa.
La capacidad hotelera de Puerto Natales estaba casi al completo
debido a que los refugios y las pocas y caras hosterías
ubicadas dentro del Parque Nacional de las Torres del Paine
permanecían cerradas como consecuencia del incendio. Nos
alojamos en el Hospedaje Bulnes situado frente al cuartel de
Carabineros, acogedor y con gente muy agradable. El jueves
visitamos el Parque Nacional, un lugar espectacular al que
sólo pudimos acceder por el lago Sarmiento debido a que los
alrededores de la laguna Amarga y de la laguna Azul estaban
cerrados por el incendio. Nos llamó mucho la atención ver
animales a los lados de los caminos internos del parque, estaban
desorientados y exhaustos, los guanacos no dejaban de pastar a
pesar de nuestra presencia mientras que los zorros trataban de
esconderse pero sin alejarse del lugar. Vimos también grandes
extensiones de vegetación quemada y columnas de humo a lo
lejos, todo ello producto del incendio que hasta ese momento los
bomberos tenían controlado pero que aún no habían
extinguido.
Regresamos por la noche a Puerto Natales y el viernes nos
dirigimos a Punta Arenas, ubicada a 270 kms al sur. Se trata de
la ciudad más importante del sur de Chile, cuenta con
aproximadamente 150 mil habitantes y es un importante centro
económico y pesquero. Visitamos al sur de la ciudad el Fuerte
Bulnes, una reconstrucción exacta del primer asentamiento
chileno en la zona y utilizado como refugio por piratas y
corsarios. A 65 kms al norte de Punta Arenas, en el asentamiento
de Seno Otway, tuvimos nuestro primer contacto con los
pingüinos magallánicos, un lugar difícil de olvidar no sólo
porque uno no tiene la posibilidad de visitar todos los días
una pingüinera, sino por el viento de más de 100 kms por hora
que allí soplaba. De hecho tanto en Puerto Natales como en
Punta Arenas, y especialmente en las Torres del Paine, el viento
no dejó de soplar ni un sólo instante, según la radio la
velocidad era de 60 kms por hora con ráfagas que llegaban a los
90, pero en la pingüinera casi no podíamos ni caminar...
En Punta Arenas nos alojamos en el Hostal Patagónico de Manolo
Parada, un chileno de quien nos llevamos el mejor de los
recuerdos. Perseguido por la dictadura de Pinochet, estuvo casi
tres años preso en el tristemente famoso penal de isla de
Dawson en el extremo sur del país. Su historia es como la de
tantos otros miles de chilenos que sufrieron persecución y
tortura sólo por pensar diferente, aunque él tiene la suerte
de poder contarlo. Vaya nuestro recuerdo y agradecimiento a
Manolo, y para quien decida alguna vez conocer Punta Arenas, en
la página inicial puse un enlace con su página web.
El domingo dejamos finalmente Punta Arenas. Teníamos dos
posibilidades para cruzar el Estrecho de Magallanes y llegar a
Tierra del Fuego: por ferry hasta Porvenir (3 horas de viaje), o
bien conducir unos 170 kms hacia el noreste para cruzar en balsa
por la parte más angosta del estrecho (20 minutos de
travesía). Optamos por la segunda alternativa para evitar tener
que levantarnos tan temprano, los domingos el ferry sale de
Punta Arenas a las nueve y media de la mañana y teníamos que
estar una hora antes para embarcar !!! Como hacíamos para
levantarnos a las siete y media de la mañana ? Pobre Manolo,
pensó que nos habíamos quedado dormidos y nos vino a despertar
...
Llegamos a la una y media del mediodía al cruce del Estrecho y
nos encontramos con más de 60 coches delante nuestro, decenas
de camiones y autobuses. A partir de las ocho y media de la
mañana las balsas salen cada hora y media pero el domingo sólo
había salido una con nada más que 20 coches (la capacidad es
para unos 50) debido al fuerte viento que soplaba en el
Estrecho. Pues nada, que decidimos esperar y al cabo de una hora
aparecieron dos ferrys que nos llevaron a Tierra del Fuego en
medio de un fuerte oleaje. Había que ver como se movía la
barcaza de un lado a otro !!! Desembarcamos y fuimos hasta
Porvenir, una pequeña ciudad aunque la más importante de Chile
en la isla de Tierra del Fuego y desde allí hasta San
Sebastián, en donde cruzamos la frontera para entrar nuevamente
en Argentina.
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