Se trata de una
extensa área de pantanos que ocupa una superficie
similar a la mitad de Francia, la mitad pertenecen
a Bolivia y Paraguay y el resto a Brasil (estados
de Mato Grosso y Mato Grosso do Sul). El Pantanal
tiene muy pocos habitantes, quienes viven
generalmente en las fazendas, y ninguna ciudad o
pueblo. La única carretera que se interna es la
Transpantaneira, un camino sin pavimento de 145
kms de extensión que va desde Poconé hasta Porto
Jofre y en el que hay que atravesar 118 puentes de
madera, uno en peor estado que el otro. En
realidad, más que un pantano es una inmensa
llanura que se inunda periódicamente. Situado a
100 o 200 mts sobre el nivel del mar, el Pantanal
está rodeado por tierras de mayor altitud desde
donde bajan las aguas para formar el río Paraguay
y sus afluentes. En la época de lluvias, de
octubre a marzo, los ríos se desbordan e inundan
la mayor parte de las tierras bajas del Pantanal
alcanzando su cota máxima de 3 metros en enero o
febrero. Cada diez años, más o menos, se
producen inundaciones catastróficas que acaban
con la vida de personas y animales. De esto me
enteré después, sino al menos hubiese averiguado
antes de ir cuando fue la última gran inundación
para echar cuentas...
El lunes pasado hicimos desde Cuiaba unos 100 kms
por carretera pavimentada y trás un desvío de 17
kms por tierra, arribamos finalmente a Poconé,
puerta de entrada a la Transpantaneira. Como no
podía ser de otra manera, llegamos recién
alrededor de las dos de la tarde, cuando los 3 o 4
coches que habían decidido visitar el Pantanal
ese mismo día ya estaban de regreso. Pero claro,
nuestra idea, o mejor dicho la de Luisa, era pasar
la noche en el hotel que hay en Porto Jofre, al
final del camino.
A continuación, sigue Luisa en el relato:
Durante el trayecto íbamos despacio observando la increíble fauna (desde dentro del coche, por supuesto)
justito ahí nomás yacarés al lado de la carretera, unos enormes animales peludos parecidos a las nutrias, halcones, lobos, armadillos, víboras, etc... y Lopez
preguntándome que desde cuando yo me sentía atraída por la naturaleza animal.....
(efectivamente, Lopez soy yo). La verdad no es que me encante, ya que con
sólo la picadura de un mosquito se me llena el
cuerpo de ronchas, pero no es para despreciar esta oportunidad de atravesar uno de los lugares más
húmedos del planeta, en donde se concentra una enorme variedad de
especies y están más a la vista que en el Amazonas, ya que
se trata de pantanos y malezas y no de selva tupida
en donde los animales se esconden. Incluso nos detuvimos a ayudar a un camión que transportaba gente a una hacienda
y se había quedado hundido en un pequeño trecho de barro. Lopez sacó su pala comprada en
el Leroy & Merlin y su superpotente Hi Lift y la gente se puso manos a la obra para levantar al camión, pero sólo salió cuando otro camión tiró de él.
Así pasaron las horas y hasta aquí todo iba bien.
Lo peor
vino cuando llegó la noche. Al final de la carretera que termina junto a un río en medio de la jungla, el único hotel del que yo tenía conocimiento estaba cerrado ya que
de noviembre a marzo no abren por las lluvias. De qué lluvias??? me preguntaba yo ... si el camino está seco y los pantanos no tienen mucha agua aún.....
Aunque cansados pero no habiendo donde dormir, decidimos desandar los 250 kms (150 de tierra) hasta
Cuiaba. Lopez encendió el cigarrillo número mil y rapidamente iniciamos la vuelta a toda pastilla por la polvorienta carretera.
No pasaron más de 20 kms y Lopez bajó la velocidad porque advirtió que el coche no se agarraba
mucho. De repente, me doy cuenta de que vamos a parar sobre unos altos arbustos a un
costado del camino. Yo, ingenuamente pregunto: Paras a
mear ???? La respuesta es: NO! nos deslizamos porque perdimos tracción...
Inmediatamente vino la prueba de fuego, Lopez abrió la puerta del coche y al poner el pie en tierra, se le hundió como si lo hubiera metido en dulce de leche.
Estamos fritos ....parece que cayó una buena lluvia detrás de nuestro paso y ahora al volver, de
noche y muy oscuro, tenemos que bailar en el chocolate que hay aquí....
Lopez encendió el cigarrillo número 1020 y después de largarme el rollo de que "esto me sirva para cuando tenga que escoger
caminos de tierra, que me entere antes la época
de lluvias..." y bla... bla.... Puso primera y
llevó el coche a paso de hombre. Hubo momentos en
que el coche no respondía y nos íbamos de costado, deslizándonos como si estuviéramos
esquiando. Lopez apretaba el embrague, no pisaba el freno y con fuerza volanteaba para el lado contrario
al que íbamos patinando... hasta que lograba enderezar el coche y seguir adelante, o meterlo en una rodera para evitar patinar
sin control.
Yo evitaba pensar que a los lados de la carretera estaban los pantanos
llenos de yacarés y se me ponían los pelos de punta cuando nos acercábamos a cada puente de madera temiendo que el coche se
fuese de costado y en lugar de agarrarse a los tablones del puente nos fuésemos al agua, quien se baja del coche con la fauna allí
abajo, si es que no nos hundíamos ???
En medio de uno de los
118 puentes (la cifra la saqué de un folleto de publicidad del
pantanal) sentimos debajo del Toyota el ruido infernal de las maderas golpeando los bajos,
BUM... BUM... BUM... Lopez frenó y retrocedió pensando que el puente se caía. Yo, que había oído el ruido en la parte trasera,
pensé: Noooo...para atrás, tira pa´lante antes que se caiga.
Pero Lopez ya había retrocedido y yo crucé los dedos deseando que lo peor, es decir que las maderas del puente se
hubiesen caído, no sucediese........
Cuando el coche pisó tierra firme, nos miramos y dedujimos que habíamos levantado un tablón al pasar, y
éste había golpeado abajo. En la oscuridad, Lopez bajó con su mini linterna de Coronel Tapioca (regalo de los Bertilotti-Lopez) y se metió rápidamente diciendo que todo parecía estar bien.
Tardamos más de una hora en hacer algo menos de 20 kms de barrizal, rogando por dentro que no fuese a
llover y que ya hubiese pasado el chubasco que dejó
el camino en ese estado. Y los kilómetros siguientes, si bien no estaban en tan mal estado, teníamos que ir despacio porque había zonas muy difíciles de transitar.
Los zorros y otros animales que no reconocí, se paralizaban ante las luces del coche y otros corrían delante,
pero lo más ezpeluznante eran los cientos de ojos amarillos
y rojos brillantes que asomaban del agua del
pantanal en la oscuridad, los yacarés seguían allí y se escuchaba cuando se zambullían al agua en busca de una presa!!!.....
Eran las 19:30 hs cuando comenzamos a desandar el camino
(260 kms) y llegamos a la 1,00 de la madrugada a Cuiabá
!!! Lopez controló el coche mejor que el capitán del Titanic, pero creo que no quiere ver más caminos de tierra por
mucho tiempo... (especialmente
si llueve o está por llover !!!)
Epílogo: el jueves pasado llevamos el coche a la
concesionaria de Toyota en Brasilia porque perdía
liquído por la caja de dirección. Cuando
levantaron el coche, no podían dar crédito a lo
que veían: un tablón de madera de cuarente cms
de largo por veinte de ancho, enganchado en los
bajos del coche y sostenido por el cable del freno
de mano !!! Nos pidieron permiso para sacarle
fotos... Lopez se está reponiendo de los 2000 cigarrillos que se fumó esa noche y yo aún sigo alucinando con los ojos de los yacares en la oscuridad...hasta he soñado con
eso !!! |