BRASIL III
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Domingo 19.12.04  1930 hs  Desde Florianópolis


RIO DE JANEIRO


El miércoles 8 de diciembre llegamos a Río de Janeiro, capital cultural y turística del Brasil y tal vez la ciudad más hermosa que conocemos desde el punto de vista del entorno natural que la rodea. Subir los 710 metros hasta la cima del Corcovado y contemplar desde allí la panorámica de la ciudad resulta realmente conmovedor, tanto por su belleza como por su espectacularidad. 

Pero Brasil es un país lleno de contrastes, y ello puede también apreciarse desde el Corcovado. Una tercera parte de los más de 7 millones de habitantes que tiene Río de Janeiro vive en favelas, barrios de chabolas que cubren muchas de sus laderas tanto a un lado como al otro de la ciudad. En Rocinha, la más grande del Brasil, viven entre 300.000 y 500.000 personas y está ubicada en Gávea, uno de los barrios más ricos de Río. 

En lugar de subir al Corcovado en el tren de cremallera, decidimos hacerlo en el Toyota. El camino principal que cruza por el barrio de Santa Teresa está actualmente cerrado, debido a ello tuvimos que coger un desvío que pasa junto a una favela y para no equivocarnos y correr el riesgo de aparecer en los periódicos, subimos detrás de un coche con matrícula de Brasil que llevaba un guía turístico.

El viernes por la noche asistimos en una plaza cerrada del barrio de Nilópolis a un ensayo de Beija-Flor, una de las 14 escuelas de samba que compiten cada año por ser la mejor y ganadora de la edición del Carnaval 2004. Ver a miles de personas de todas las edades danzando sin parar durante tres horas y entonando hasta la saciedad la canción elegida para competir en el Carnaval del año próximo, todo ello bajo el ruido ensordecedor de los instrumentos de percusión, resultó una experiencia única. 

El domingo 12 de diciembre llegamos por la noche a Parati, 215 kms al suroeste de Río. Se trata de un pueblo colonial, bien conservado y cuya arquitectura llama la atención por la diversidad de su colorido. Es uno de los lugares más populares entre Río y Sao Paulo, hecho que queda demostrado con la gran cantidad de restaurantes, posadas y tiendas de souvenirs que aquí pueden encontrarse.



LA INSEGURIDAD


La inseguridad en Río de Janeiro evidentemente constituye un problema grave, no sólo para los turistas sino también para los habitantes de la ciudad. Al igual que ocurre en Salvador, en las calles de Río se ven policías y agentes de seguridad por todas partes. En las playas de Copacabana e Ipanema, cada 50 metros hay un vigilante uniformado portando una porra sin dejar de mirar en todo momento hacia donde se encuentran los bañistas, y hasta hemos visto chiringuitos en las plazas o aceras rodeados de rejas.

La mayoría de los edificios de apartamentos cuentan con rejas en los portales y dependiendo de su categoría, también tienen cámaras y personal de seguridad. No hay tienda que no tenga su cámara instalada con una pegatina que diga: "sonría, lo estamos filmando", y muchas también tienen una persona de seguridad en la entrada, como por ejemplo el cybercafe al cual íbamos cotidianamente a la vuelta del hotel. 

Pero lo más increíble ocurre en los edificios que albergan oficinas y despachos profesionales en donde el trasiego de gente es constante. Pues bien, cuentan con una o dos personas de seguridad como mínimo en la entrada, y un sistema de cámaras instalado en cada uno de los pasillos de cada piso, incluyendo en el ascensor... 

Las imágenes tomadas por las cámaras son controladas por una de las personas de seguridad mediante un monitor ubicado en la entrada del portal. Una mañana entré a siete edificios diferentes, ubicados en la Av. Nossa Senhora de Copacabana, y en todos ellos me encontré con este tipo de sistemas de seguridad. Pero es que llegamos a ver edificios que cuentan con molinetes instalados en la entrada, como si fuera el metro !!!          



Vista del Pan de Azúcar y la Playa de Botafogo en Río

Playa de Ipanema, Río de Janeiro


Gente enjaulada por cuestiones de seguridad, Copacabana


Cristo Redentor en la cima del Corcovado, Río


Playa de Copacabana 

La Rocinha en Río, la mayor favela de Brasil

Vista de Río desde el Corcovado


Viaduto do Chá en Sao Paulo


Hombres anunciando ofertas de trabajo en las calles de Sao Paulo

 




SAO PAULO


Sao Paulo es la ciudad de Brasil a la que más ilusión nos hacía llegar. Si bien puede parecer extraño, ello tiene su explicación: entre diciembre de 1981 y septiembre de 1982 estuvimos viviendo en Brasil y la mayor parte del tiempo lo pasamos en Sao Paulo. El lunes 13 de diciembre ni bien llegamos nos fuimos a caminar por la Plaza de la República y la antigua Rodoviaria (estación de autobuses). Avenidas como Ipiranga, Río Branco, Duque de Caxias y Sao Joao nos resultaban familiares, se trata de la zona conocida como la Boca do Lixo (Boca de la Basura) porque al igual que hace 23 años, es uno de los peores lugares de Sao Paulo. 

De todas formas el barrio está muy cambiado, la mayoría de los hoteles de aquella época que trabajaban con la prostitución y con la gente que llegaba a la antigua Rodoviaria, dieron paso a multitud de tiendas de electrónica y aparcamientos para coches. Eso sí, durante la noche el lugar sigue siendo tan sórdido como antes pero mucho más peligroso, no sólo por el grado de violencia sino también porque hoy en día cuando anochece y cierran las tiendas, las calles quedan desiertas, mientras que en aquel entonces, con las "chicas" y "chicos" trabajando 24 hs al día siempre había gente a cualquier hora. Lo que no ha cambiado en absoluto es la cantidad de gente, incluyendo niños de corta edad, que duerme en las calles de la ciudad.

Como paradoja de esto último, el estado de Sao Paulo es el más rico de América del Sur y el motor de la economía del Brasil con un 50% de sus industrias aquí radicadas. La ciudad de Sao Paulo, su capital, es la más grande del continente americano, incluyendo sus alrededores cuenta con más de 17 millones de habitantes y está entre las cinco urbes más pobladas del mundo. 

La multitud de gente que abarrota sus calles, los atascos en el tráfico, la contaminación, la inseguridad y el caótico trazado de sus calles hacen de Sao Paulo un lugar no recomendable para vivir pero claro, es el sitio más indicado para los inmigrantes que aquí llegan buscando trabajo, no sólo de Brasil sino también de países limítrofes, por ejemplo alrededor de 50.000 bolivianos viven en esta gigantesca metrópoli. El miércoles 15 dejamos atrás Sao Paulo no sin un cierto aire de nostalgia, y emprendimos camino hacia el suroeste en dirección a Curitiba.

Sao Paulo, Avenida Paulista Catedral de Sao Paulo, en sus escalinatas pasan el día aquellos que no tienen ni trabajo ni donde dormir Sao Paulo, Pinacoteca y al fondo la estación Julio Prestes



CURITIBA Y FLORIANOPOLIS

Después de 430 kms llegamos este miércoles a Curitiba, sin lugar a dudas la mejor ciudad de Brasil para vivir. La capital del estado de Paraná es un modelo exitoso de gestión y planificación llevado a cabo durante las décadas de 1970 y 1980. Sus 1.6 millones de habitantes tienen el privilegio de vivir en una ciudad limpia,  ordenada y moderna, en donde los conductores respetan los semáforos y hasta nos hemos quedado sorprendidos al ver que algunos pocos inclusive se detenían en las sendas peatonales para que la gente pudiera cruzar de acera !!!

Cuando estuvimos aquí hace 23 años, recuerdo que nos llamó la atención el diseño de la ciudad, espacioso y con grandes avenidas, aunque en ese entonces carecía de la suficiente edificación y las calles estaban casi desiertas de coches. Pues bien, en su momento nos explicaron que la ciudad estaba preparada para acometer un crecimiento ordenado, respetando los espacios verdes y tratando de evitar todos los errores cometidos en Sao Paulo... Los resultados positivos están hoy a la vista. De todas formas en los alrededores de la ciudad existen barriadas de favelas como para demostrarnos que aún estamos en Brasil. 

El jueves continuamos hacia el sur y entramos en Santa Catarina, uno de los estados más prósperos del Brasil y famoso por sus playas. La primera ciudad que visitamos fue Joinville, la más poblada de Santa Catarina con algo más de 400.000 habitantes pero no su capital. Sus calles limpias con adoquines parejos, sus casas con techos de tejas a dos aguas y cuidados jardines, y su arquitectura de estilo alemán le dan a Joinville un toque característico y único, verdaderamente no parece una ciudad de Brasil.

Con Blumenau pasa más o menos lo mismo, aunque carece de la belleza de Joinville. Ubicada a 60 kms de la costa, la ciudad y sus alrededores fueron principalmente poblados por inmigrantes alemanes en la segunda mitad del siglo XIX, y durante las dos semanas centrales del mes de octubre se festeja el Oktoberfest. Se trata de una fiesta tradicional germana, con danzas populares y vestidos típicos, en donde se bebe cerveza en cantidades astronómicas.

Volvimos a la costa y unos kilómetros al sur de Itajai se encuentra el Balneario de Camboriú. Encerrado entre abruptas colinas y el paseo marítimo junto a la playa, es una sucesión de rascacielos, tiendas, hoteles y restaurantes que durante el verano se llena de turistas multiplicando su población por diez.  

Después de recorrer 450 kms desde Curitiba, llegamos finalmente el jueves 16 por la noche a Florianólpolis, capital del estado de Santa Catarina. La ciudad se divide en dos partes, una mitad está en el continente y la otra en la Isla de Santa Catarina, unidas por dos puentes y el viaducto suspendido de acero más largo de Brasil. La zona más interesante de la ciudad es la que se encuentra en la isla, especialmente por sus espectaculares playas, siendo la centenaria higuera ubicada en la Plaza 15 de Noviembre la principal atracción turística. 

Hace 23 años visitamos las playas de Canasvieiras y Jureré, en el norte de la Isla de Santa Catarina. En aquel entonces sólo había un hotel con restaurante en la primera de ellas y un chiringuito en la segunda. En los siete kilómetros de playa que separan un pueblo del otro no había nada más, sólo arena, dunas y vegetación. Pues bien, hoy en día toda el área está urbanizada, en Canasvieiras se ubican los hoteles, restaurantes y tiendas, mientras que Jureré se transformó en una zona residencial llena de impresionantes chalets.

El lunes 20 dejamos Florianópolis y después de recorrer 750 kms llegamos a la ciudad de Pelotas, en el estado de Río Grande do Sul, un sitio que carece de atractivos y en donde pasamos nuestra última noche en Brasil antes de entrar a Uruguay a través de la frontera en el Chuí.

              






Curitiba, Palacio Avenida

Blumenau, construcciones típicas de estilo germano

Papa Noel brasileño

 

Los niños utilizan cañas de bambú para mover las balsas que cruzan los coches de una orilla a otra


Foto tomada en El Pantanal, familias enteras que viven y trabajan en las fazendas, son trasladadas en camiones hasta el pueblo más cercano


Miles de niños en Brasil pasan todo el día en las esquinas limpiando parabrisas, pidiendo limosnas o practicando algún tipo de malabarismo a cambio de una propina 

 




Viernes 31.12.04  1900 hs  Desde Buenos Aires (Argentina)


LA INFANCIA EN BRASIL


Uno de los grandes males del Brasil es la pobreza que azota a millones de personas, especialmente a niños, niñas y adolescentes, de ahí que el presidente Lula se haya marcado como uno de sus objetivos prioritarios durante su gobierno el terminar con el hambre y la miseria en este gigantesco país. Alrededor de 32 millones de menores viven en familias con ingresos inferiores a 120 reales mensuales, siendo que el salario mínimo es poco más del doble y tampoco alcanza para cubrir las necesidades básicas de un ser humano.

En Brasil, con 178 millones de habitantes, la pobreza empuja a los menores al mundo del trabajo a edades en las que deberían asistir a la escuela y a su vez es el origen de la violencia, la desnutrición y la explotación sexual que muchos de ellos padecen. Aunque no existen estadísticas confiables, se calcula que 3 millones de menores de 14 años trabajan, casi la mitad de ellos en tareas agrícolas en donde las condiciones son muy duras. Y ya no hablemos de la enorme cantidad de niños y niñas que ejercen la mendicidad y forman parte de redes de prostitución y de delincuencia organizada.

Un informe de este año de la Organización Mundial del Trabajo revela que Brasil es el tercer país en el mundo, después de Sudáfrica e Indonesia, que más menores emplea en el servicio doméstico. Cerca de 560.000 niños, niñas y adolescentes son utilizados en estas tareas, habría que preguntarse a su vez por la bajeza moral de aquellos sectores acomodados de la sociedad que se prestan a semejante explotación. Generalmente son niñas que no van a la escuela y no reciben paga alguna, sólo casa, comida y la ropa imprescindible, lo que para sus familias significa un alivio pero que las condena a la ignorancia y la explotación. Aunque parezca difícil de creer, se trata de un sistema de esclavitud que genera status social...

La violencia es otro de los grandes problemas que acompaña a los menores en Brasil. Cada día son asesinados entre 3 y 4 niños y adolescentes por parte de la policía, por otros menores o por delincuentes comunes. El miedo que inspiran los reformatorios es tal que generalmente cuando los menores son detenidos declaran una edad mayor para ser enviados a cárceles comunes. Y es que en estos centros de internación para menores, las violaciones, los malos tratos y las torturas están a la orden del día.

Entre 1988 y 1990 murieron asesinados 4.661 menores de 17 años, o sea un promedio de cuatro homicidios por día. De esas muertes, un 52% fueron a manos de la policía o de personal de seguridad privada y un 82% de las víctimas eran negros. Acabar con la violencia policial es otro de los compromisos asumidos por Lula, veremos con el paso de los años los resultados obtenidos.

Un dato estadístico alentador es el número de niños muertos antes de cumplir los 5 años de edad. En 1960 morían 177 niños cada mil, en 1990 la cifra bajó a 60 cada mil mientras que en el 2003, fueron 35 niños de cada mil los que no llegaron a cumplir los 5 años de edad. La decidida intervención del Estado sumado a la ayuda brindada por diversas ONG han hecho posible este descenso en el índice de mortalidad infantil. A la cabeza de esta estadística se encuentra Sierra Leona, con 284 niños muertos por cada mil, mientras que en el otro extremo se hayan Suecia y Singapur con sólo 3 niños.   

 

LAS DESIGUALDADES 

Brasil, en cuanto hace a la distribución de la riqueza, es uno de los países más desiguales del planeta. Por eso no es erróneo hablar de dos mundos que conviven en un mismo país y que se manifiesta en todos los órdenes de la sociedad. El país se divide a efectos políticos y administrativos en cinco regiones, unas más desarrolladas económicamente que otras, pero en cada una de ellas es posible encontrar una parte de la población que lleva una vida cercana al lujo conviviendo con enormes bolsones de pobreza. 

Río de Janeiro es el máximo exponente de esta situación: desde las favelas que rodean la ciudad, en donde ciento de miles de personas viven hacinadas y cuyo ingreso promedio es de 405 reales (135 dólares), se divisan las embarcaciones de lujo fondeadas en los puertos deportivos, más contraste es imposible imaginarse. El Nordeste es la región más pobre del Brasil, y pobreza es realmente lo que sobra principalmente en los pueblos y las aldeas rurales en donde sólo el 35% de la población tiene acceso a los servicios sanitarios básicos, pero ello no nos impidió que en ciudades como Fortaleza, Natal, Recife y Salvador nos hayamos encontrado con edificios de lujo frente al mar, por no mencionar las mansiones levantadas en las inmensas "fazendas". Es un esquema que se repite a lo largo de todo Brasil, el lujo y la pobreza van de la mano y conviven muy a su pesar. 

En Brasil, los niños procedentes de las familias acomodadas y la mayoría de los de clase media asisten a escuelas privadas, de ahí que puede decirse que la educación depende de la clase social a la que se pertenece. Si bien según ciertos informes la calidad de la enseñanza en las escuelas públicas últimamente ha mejorado, sigue siendo aún muy deficiente, entre otras cosas por la falta de inversión e infraestructuras y por los bajos salarios de los profesores. La mitad de los 1,5 millones de maestros carecen de estudios superiores, y aquellos que poseen una buena formación ejercen en las escuelas privadas por sus mayores salarios. 

Casi todos los estudiantes universitarios proceden de los centros educativos privados, lo que no hace más que reproducir el ciclo de la pobreza. Resulta insólito que los centros universitarios sean gratuitos, es decir que el Estado subvencione la educación de las clases acomodadas, porque los pobres rara vez llegan a la universidad. Sólo alrededor del 5% de los jóvenes de entre 18 y 21 años cursan estudios tras acabar la escuela, y no es difícil imaginar a que clase social pertenecen.  



EL M.S.T.

En enero del año 1985 en la ciudad de Curitiba, capital del estado de Paraná, se fundó el Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra (MST), un movimiento campesino de base popular que lucha por la reforma agraria. Impulsado por un grupo católico de Río Grande do Sul, que seguramente no contaba con el beneplácito del Vaticano, y como respuesta a la cada vez mayor concentración de la propiedad de la tierra con el consecuente aumento de campesinos sin tierra, este grupo decidió articular las demandas que comenzaban a estallar aisladamente en el país y  fundó un movimiento cuya base de acción es la ocupación de tierras improductivas. 

Desde su fundación, el MST ha ocupado 3.900 latifundios, que se transformaron en proyectos de asentamientos y atiende a más de 450.000 familias de trabajadores rurales en más de 22 millones de hectáreas. Estas familias ya no pasan hambre en los asentamientos, mejoraron en su calidad de vida y todas las áreas ocupadas producen significativamente más de lo que lo hacían cuando estaban en manos de los latifundistas. El funcionamiento de las escuelas públicas de calidad administradas por el MST es un hecho, y los índices de escolarización, desnutrición, mortalidad infantil, ingresos medios y desocupación, han mejorado notablemente como consecuencia de la política de asentamientos en tierras improductivas llevada a cabo por el MST. 

Pero nada es gratis en la lucha por la tierra, desde 1990 han muerto más de mil personas a causa de la violencia empleada por los terratenientes con la complicidad de los gobernantes, jueces y policías, y rara vez los culpables han sido procesados. Sólo en el año 2003 han muerto 73 campesinos, un record desde 1990 debido a que con la llegada de Lula al gobierno, se intensificaron las ocupaciones pero también la represión por parte de los "fazendeiros". 

Según datos oficiales, existen en Brasil 100 millones de hectáreas de tierras ociosas, localizadas en las grandes propiedades y que podrían ser aprovechadas. Por otra parte, la Constitución aprobada en el año 1988 plantea como principio que el gobierno debe realizar una reforma agraria sin afectar a las propiedades que sean productivas. Por último, teniendo en cuenta que hay 4.8 millones de familias de trabajadores rurales sin tierra en Brasil y que las condiciones de trabajo y explotación que existen en el medio rural son una afrenta a la dignidad humana y lindan con la esclavitud, la lucha del MST no es sólo legal sino también legítima      

 


Capoeira, mezcla de arte marcial y danza muy popular en Brasil, especialmente en la región de Bahía


Sin comentarios...

Encaje de bolillos, típico del Nordeste de Brasil

Niños en El Pantanal

INFORMACION UTIL:

CARRETERAS:
en general se encuentran en bastante mal estado, con muchos baches y socavones. Claro está que en un país tan extenso se pueden encontrar carreteras para todos los gustos, pero no puede decirse que Brasil se destaque por sus carreteras. Hay mantenimiento, pero de la forma en que lo realizan a veces es preferible que dejen los baches tal como están... En aquellos lugares en donde sólo hay un carril de ida y otro de vuelta, la enorme cantidad de camiones que circulan a toda hora hace que la conducción sea bastante peligrosa.

COMBUSTIBLE: abundan las gasolineras en todos los sitios. En la Transpiauí hemos pasado por aldeas pequeñas que contaban hasta con dos gasolineras. Y en el litoral, tanto en las ciudades como en las carreteras, gasolineras hay para elegir. El precio del gasoil varía entre 1,52 (0,42 euros) y 1,76 reales (0,50 euros). El gasoil es más barato en las gasolineras de las carreteras en donde cargan los camiones, y el combustible en general es mas barato en las grandes ciudades que en los lugares alejados.

MONEDA: Un euro equivale aproximadamente a 3,60 reales y el dólar a 2,90 reales pero es variable. Se puede sacar dinero de los cajeros automáticos sólo en las principales ciudades y no en todas, ya que en algunos sitios como Cuiabá, Foz de Iguazú y Campo Grande, los cajeros no reconocen las tarjetas de crédito emitidas en el extranjero a pesar de lo que indica la página WEB de Mastercard. Cambiar moneda extranjera no tiene mayores complicaciones.

TELEFONO MOVIL: la cobertura en general es bastante buena. En el interior sólo hay en las principales ciudades, pero en el litoral la cobertura es prácticamente continua.

INTERNET: excepto en las grandes ciudades como Río y Sao Paulo, y en los lugares turísticos como Florianópolis o Salvador, en el resto de Brasil es muy difícil encontrar lugares con acceso a Internet. Cybercafes casi no hay y sólo se puede acceder en los hoteles. Por ejemplo en una ciudad como Brasilia, el hotel tenía una red local y se podía acceder desde la propia habitación, igual que en Cuiabá, pero luego no vimos ningún cybercafe en la ciudad. Lo mismo nos ocurrió en Fortaleza y Natal, había un ordenador en el hotel pero luego la ciudad carecía de locales para acceder a Internet. La razón es muy clara, en el Nordeste del país los sectores de la población con capacidad económica disponen de Internet en sus viviendas, y para el resto de la población, es decir para la gran mayoría, acceder a Internet es una utopía, siempre y cuando sepan de su existencia. La banda ancha cuesta 50 reales por mes, cuando el sueldo mínimo es de 260 reales... y una hora de acceso en el Nordeste cuesta entre 4 y 8 reales. Internet es un claro ejemplo de la distancia abismal que separa al Brasil rico del pobre, este último mayoritario y con una única preocupación en la vida: la de sobrevivir.